Este blog es una invitación a observar desde otro punto de vista los ámbitos que trabajamos en la cotidianidad de nuestros equipos. Una invitación a "volver a lo básico", cuestionándonos cómo nos estamos haciendo cargo de transformar las conductas no productivas que a menudo nos rodean.

(Tiempo aproximado de lectura: 6 minutos)

Leía una invitación a unos Talleres de Alto Desempeño Colectivo en que en parte del llamado se formulaba la siguiente pregunta: ¿Qué debo hacer para que un grupo se convierta en un equipo? Interesante pregunta porque conlleva intrínsecamente una intención, cual es que un grupo "deba", más bien desee, convertirse en un equipo. Creo que se confunden términos y distinciones, y no es extraño que ocurra porque, a mi juicio, hemos "diabolizado" y menospreciado a los Grupos de Trabajo, que han terminado siendo definidos como equipos poco eficientes, mal constituidos y/o mal liderados. Es decir, bajo esta mirada bastante aceptada, un grupo es normalmente un "mal equipo". Describo mi experiencia al respecto que me hace cuestionar esta visión.

Es extraño lo que ocurre en las organizaciones cuando se acerca fin de año. Tenemos la "necesidad" de hacer algo todos juntos y parece que no se nos ocurre nada más que el "Amigo Secreto". Y vas y preguntas a la gente si le gusta el juego y la gran mayoría dice que le carga, sin embargo, terminan igual jugándolo. ¿Será por falta de alternativas? ¿Será que no queremos esforzarnos en crear algo distinto? ¿Será que es mejor diablo conocido que por conocer? ¿Será que necesitamos un espacio en que nos inter-relacionemos de una manera distinta? ¿Será que buscamos un momento en que haya pausa, en que las jerarquías no valgan de nada y en que nos igualemos de alguna manera? ¿Será que deseamos un contexto para sentirnos compañeros sin apuros y sin metas?

¿Han asistido a reuniones de trabajo en que se respira un aire de "armonía artificial", como si todo estuviese perfecto, tranquilo y consensuado? Sin embargo, si se indaga sólo un poco más profundo, se puede observar todo lo que se oculta, en pos de tal "armonía".

En nuestra sociedad occidental tenemos una tendencia a fragmentarnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean, sean personas cercanas o no. Lo hacemos porque, en la medida que nos "encajonamos" en ciertas categorías, simplificamos y estandarizamos comportamientos, haciendo definitivamente más fácil la comprensión de conductas y actitudes, y lamentablemente, generalizando juicios y percepciones a la vez.